Liderazgo

La posibilidad de lo imposible. Semana 40

J/3.L

Sueñas que entras en un salón de tatuajes y pides te hagan otro que se una a esos que ya ilustran tu piel. No sabes muy bien el motivo pero le pides que te hagan una circunferencia y en su interior dibujen en una mitad el símbolo de ‘infinito’ (el ocho en horizontal) y en la otra mitad el símbolo del número ‘pi’. Te extraña tanto que este tatuaje, con estos símbolos, apareciesen en el sueño que lo vas a hacer exactamente así en cuanto te sea posible. No es buena idea tatuarse en época veraniega.
El símbolo del infinito tiene un potente significado espiritual ya que  el número ocho tumbado simboliza la capacidad de la mente y el alma.
Representa lo infinito, el desarrollo continuo y el equilibrio. Armonía.
El símbolo pi, o número pi, en cambio se asoció a un número divino que da origen a todos los demás números y al universo entero, también al infinito. Todo el universo tiene un ciclo sin fin, donde el principio y el final están conectados y se complementan.
Realmente no tenías en mente utilizar estos símbolos en un tatuaje, pero va a ser que sí.

Siempre has pensado que uno de los principios de un buen líder es promocionar a otros a su alrededor mejor que él mismo. No quieres decir ‘a los que pueden hacer lo mismo que él’, sino a los que lo hacen mejor. Partes de la base de que el que cree que es el mejor en todo, no es líder de nada.

Vives para saber. Paras para degustar. Caminas para buscar. Escribes para compartir y no desangrarte espiritualmente.

“El tiempo es como un río que arrastra rápidamente todo lo que nace.” Marco Aurelio

En días piensas que la paz es una ilusión; hoy la tienes, mañana no. No dura mucho. Es una lucha contra nuestra naturaleza.

Ni ser falsamente humilde, ni ser arrogante. No hace falta estar juzgándote constantemente.
 
«Es el filosofar, a una, aprender a vivir y saber morir. A causa de la inseguridad del existir en el tiempo, es la vida constantemente un ensayar».  Esto lo escribe Karl Jaspers, un filósofo que podríamos denominar como existencialista. La lees esta mañana, por ahí, y te la quedas.
El buen vivir, si tenemos en cuenta lo inseguro de nuestro existir, podríamos definirlo como el ensayar, probar caminos, tomar decisiones y arriesgarnos.



J/4.M

No has dormido bien. Era más tarde de lo que pretendías cuando te acostaste pero quisiste dejar la maleta hecha. Hoy conducirás hasta Jaén y eso te inquieta.
Tomas café. Te has levantado a la misma hora de siempre pero saldrás en un rato, cuando amanezca.
No tienes prisa. Te piensas tomar el viaje en plan relajado. Hasta la comida no tienes nada que hacer.

“Progresa en todo momento hacia la libertad con benevolencia, sencillez y modestia.” Marco Aurelio

Un líder que solo tiene seguidores será siempre un líder egoísta porque está limitando el sentido multiplicativo de levantar a otros líderes. Los líderes acompañan, hacen líderes. Son humildes, se arropan y se dejan aconsejar, no seguir.

Los calores de Jaén, aunque la temperatura sea similar, no son los mismos. Aquí la solana se deja caer sobre los cuerpos que si no los escondes en las sombras de estas callejuelas del centro o, como yo, los dejas mojar por esa cerveza fría cercana a la Catedral, lo sufres.
He caminado hasta encontrar un lugar donde comer después. Adelantado, arriesgo mi gusto por lo tradicional al del resto que, acostumbrados a ese ambiente académico, no evitan esas protestas o quejas que a mí ya ni me producen la más mínima atención.
Jaén es una ciudad pequeña, agradable, vigilada por el Castillo de Santa Catalina. Es una ciudad en cuesta, da la sensación de que siempre estás subiendo.

A cuento de lo interesado que es siempre un familiar cercano, experto en aprovechar circunstancias o pedir favores, le envías a tu hijo un mensaje contestando el que te ha enviado él con cierto comentario sobre lo mismo: “Por cierto hijo, que sabes que hay alguien que jamás haría las cosas así. Y no lo critico, cada uno es como es. Vamos que por pedir un favor no pide ni que le ayuden a abrir la puerta del portal cuando va cargado con las bolsas de la compra: tu padre.”
Jamás te ha gustado pedir nada a nadie, jamás has sido interesado con nada o nadie. A ti sí te han frito pidiéndote favores de todo tipo, acercándose a ti, en determinados momentos, por interés. Si alguien te ha apoyado en alguno de tus momentos jodidos, ha salido de la persona –y no lo olvidarás jamás- y nunca ha sido ninguno de esos a los que con anterioridad hiciste favores.
Cuántas veces, con tu amigo JLP, habéis hablado de esto. De lo gilipollas que habéis sido por no aprovechar más las circunstancias y oportunidades. Cuántas veces habéis dicho eso de que a partir de ahora os ibais a cobrar todos los favores hechos. Pero no has sido nunca así ni sabes serlo. No has sido interesado. Tal vez si lo hubieras sido estarías en una situación mejor… o tal vez peor.
Qué diferentes somos las personas, aunque seamos de la misma sangre.
Si has sido así, para qué cambiar.


J/5.X

No son muchas la horas que duermes, pero las duermes.
Caminaste temprano por las calles de esta ciudad poco transitada por el turismo lo que consigue, si cabe, más bella.
Te sentaste un rato frente a esa inmensa Catedral. Contemplaste el templo preguntándote una vez más cómo algo tan hermoso pudo ser construido por el hombre. Cómo se mantiene en pie con el paso de los siglos.
¿Qué movía a aquellos constructores, aquellos maestros y aprendices? La fe.
Luego, más tarde, tienes esa jornada sobre Inteligencia Artificial. Es un tema que interesa, pero comienzas a saberte lo que cada uno de los ponentes dirán.

Terminada la Jornada en Jaén y terminada la comida con ponentes y diputados participantes. Te sientes cansado. Haces bien en no viajar esta tarde. Lo harás mañana, al levantar, tranquilo, sin esos madrugones habituales tuyos, y te quedarás en Minaya hasta el domingo.
Esas conversaciones de sobremesa. Escuchas comentarios sobre las novedades políticas, pero haces que no escuchas. Así no te obligas a opinar. Cada uno lo ve desde su punto de vista, desde su fervoroso ideal. Cuando nos dejamos llevar por las ideas, razonamos poco. Defendemos lo indefendible.
Te alegra no posicionarte. Posicionarte generaría que no te viesen como profesional sino ideologizado. No estás en la edad.

Todo es un riesgo, todo son obstáculos a la hora de afrontar un camino, todo son decisiones y todo lleva a un objetivo.
Según el budismo (del que tanto bebo pero tan poco practico) cuando no hay obstáculos, no hay avance. Quiere decir que a veces, frente a esos obstáculos que surgen, debemos mostrar agradecimiento porque son una oportunidad más para superarnos y crecer. El budismo, su filosofía, enseña que enfrentar adversidades nos brinda la posibilidad de perfilar y pulir nuestra personalidad. 
Esta semana he vuelto a aprender, una vez más, que las causas de nuestras inseguridades son producto de nuestros pensamientos, de nuestras palabras y de nuestras acciones. Por eso debemos reflexionar sobre nuestro comportamiento, sobre cómo corregirlo y la fuerza de voluntad para ello. Así los obstáculos se convierten en oportunidades para aprender, para crecer, para hacernos fuertes. En ese enfrentar a los obstáculos descansa la actitud que se tiene frente a ellos. 

J/6.J

Te encuentras en el buffet del hotel rodeado de hombres que, por el acento, parecen alemanes. ¿Qué harán en esta ciudad estos tipos de pelos y barbas rojizas? Entiendes que son alemanes por descarte, ni inglés, ni francés, ni ruso.
Has dormido bastante mal. Uno de esos ataques de alergia como hacía tiempo no tenías. No podías respirar. Aquí estás rodeado de cientos de miles de olivos en flor.
Saldrás sobre las nueve, tranquilo. Sabes que lo único que te inquieta es el túnel de Despeñaperros. Meterte ahí durante dos kilómetros te genera esa sensación de presión que a veces te paraliza: agorafobia. No puedes evitarlo, no sabes por qué te viene.

Me doy cuenta de que cada vez estoy menos ideologizado y eso me permite que cada vez me den más igual las opiniones o ideas que tengan los demás.

Me gusta despertar por la mañana pensando que, de alguna manera, podría mejorar la vida de los demás, pero también cómo puedo mejorar la mía.

El primo te contó ayer por la tarde que el cáncer del tío se ha extendido. Sobra cualquier tipo de palabra. No sabes qué decir. Sí sabes lo que sientes, entre rabia y consternación. ¿Cómo pueden sentirse ellos? ¿Cómo se puede sentir al ver que lo que más quieres se va consumiendo en un tiempo en el que todavía debería estar viviendo. Y al tío, ¿qué se le estará pasando por la cabeza? Ahora lo prioritario es un tratamiento que le permita vivir con la máxima dignidad y comodidad el máximo tiempo que le quede.


J/7.V

Despiertas en tu Minaya.
Llegaste ayer antes de comer y ya paraste poco en casa. Barriste los patios, ordenaste espacios. Te fuiste a tomar unas cervezas con esos pocos amigos que no están de siega.
Hoy vendrán los padres y comerás con ellos. Les esperas con esa necesidad que provoca poder el compartir momentos así con ellos.

Me fío más de conseguir un buen hábito que de mi fuerza de voluntad.
Incorporar un hábito nuevo cuesta mucho al principio, pero una vez que lo hemos instaurado, el hábito tirará de nosotros.

Ya están aquí. Ya planean a ras del suelo entre las calles sin llegar a posarse más que en los cables que cruzan los tejados. Son las golondrinas, esas aves elegantes que llenan los veranos y habitan bajo las cornisas en esos nidos de barro y paja que son verdaderas constricciones de arquitectura minimalista.
Has caminado. Querías ver por última vez esas espigas doradas antes de que las cosechadoras las arranquen de la tierra. Muchas están segadas ya, otras no y generan ese color dorado que embellece los caminos que pisas.

Hay personas que simplemente te aportan con su silencio, otras te restan con sus palabras.

Envuelto en esa sinfonía maravillosa, que me dedican los cientos de pájaros que revolotean y cantan en el patio, bajo estos cielos azules, ya cálidos, manchegos, reflexionas sobre el miedo. Porque no dejamos de tener miedos. A veces es como que nos vence el miedo.
¿Se puede vivir sin miedo? Crees que no, te parece imposible. No crees a aquellos que dicen no tener miedo a nada. Siempre se teme por algo y el miedo es positivo si lo utilizamos como tal. Hay un miedo que nos bloquea, que nos parece imposible superar, pero que de alguna manera nos hace más fuertes o al menos más prudentes.
Sófocles dijo que “para quien tiene miedo, todo son ruidos“.
El miedo es una emoción, nos pone alerta ante una posible amenaza o aquello que creemos una amenaza.
¡Miedo!
¿Quién no tiene miedo?
¿Miedo al fracaso?
¿Miedo a no terminar otro cuaderno?
¿Miedo a un examen?
¿Miedo a la verdad?
¿Miedo a las pérdidas?
¿Miedo a la realidad?
¿Miedo a un nuevo reto?
¿Miedo a no ser lo que los demás quieren que seas?
¿Miedo a que los padres no estén?
¿Miedo al qué dirán?
¿Miedo a no llegar a la meta?
¿Miedo a esa soledad obligada?
¿Miedo a no ser feliz?
¿Miedo a no levantar mañana?
Miedo… miedo.
¿Has dejado de tener miedo alguna vez en tu vida?
El miedo nos acompaña y no es bueno que nos abandone.
El miedo nos hace más fuertes. 
El miedo nos mantiene alerta.
Hay un miedo natural, animal; el miedo que se siente frente a una situación de riesgo, una pelea, un atraco, un accidente. Hay un miedo que generamos internamente, ante la perspectiva de un hecho, a lo que pueda ser en un futuro pero que nadie, ni nosotros, sabe si sucederá porque son imaginaciones o pensamientos creados en nuestra mente: es nuestra fantasía, nuestra imaginación la que genera el miedo. 
Aquí lo más importante es que si somos capaces de imaginar el peligro, también podremos poner los remedios, anticiparnos, para generar posibles soluciones a lo que pudiera ocurrir.
Caminamos y, desde muy jóvenes nos enfrentamos a diferentes situaciones repletas de incertidumbre que nos provocan miedo. Desarrollamos el miedo a perder, el miedo a ser rechazados, miedo al fracaso, miedo a morir. Pero también nos generan miedo los cambios: cambio de trabajo, de vida, de estudios… de todo. Todo cambio es un riesgo y todo riesgo implica miedo.
El miedo puede bloquearnos, el miedo puede retrasarnos en el camino, paralizarnos.
Hoy, mientras leías algunos textos filosóficos, tratando de no pensar en esos disgustos del día a día, me he dado cuenta que en los últimos tiempos, tal vez pasados los 50, es como si el miedo se haya apoderado de parte de mí.
Curiosamente el miedo te hace sentir inseguro y, en ocasiones, esa inseguridad se la trasladas a los demás de manera inconsciente. Un miedo insano.
Tal vez sea un miedo idealista, futurible, provocado por el mañana.
Creo que somos nosotros los que hacemos las cosas muy difíciles y eso termina por generarnos miedo, porque las cosas no suelen tener la importancia que le damos.
En ocasiones imaginamos un futuro que no es real y supeditamos toda nuestra vida a él normalmente en negativo. Quieres decir con esto que sufrimos por adelantado.
Deberíamos vivir más hoy y no idealizar tanto el mañana.
Los retos siempre generan miedo. Los nuevos proyectos también. Pero es un miedo sano, un miedo que merece la pena porque nos provoca prudencia, templanza. La valentía, en exceso, es una temeridad.

Cómo me gustaría ser capaz de trasladar, a esa persona que es la más importante en mi vida, que no tenga más miedo que el que te aporta prudencia; el miedo negativo te bloquea porque te hace ver aquello que no es.
Pero es fácil decir, aconsejar. También hay que vivir.


J/8.S

No te apetecía levantar. Uno de esos momentos en los que estás tan a gusto, tumbado, dejando que la luz inundase la habitación y que el silencio corrompido por los cantos te envolviese. Pero no quieres perderte la vida.
Sales al porche. Huele a tierra mojada. No tienes dolor de cabeza pero sí te resuenan los botellines de anoche.
Comiste con los padres, los tres. Hablasteis de unos y de otros pero, sobre todo, de los tíos. Al hablar de ellos demás no puedes evitar mirarles con emoción, asumiendo los años. Te emocionas. Intentas que no se percaten. Eres el mayor y el más raro de los tres hermanos. Los padres discuten entre ellos, refunfuñan. Siempre han sido así, gruñones pero llenos de amor, lo que para uno es negro para el otro blanco. Toda la vida juntos.
Los días así te encantan. No lo puedes evitar. Te gustaría volver a esos veranos eternos.
Tal vez por eso aquí estés tan a gusto. Es como si volvieses atrás. Tus amigos de antes, las calles, el pueblo. Los olores, los silencios. La cocinilla. Las golondrinas y la vida, tu vida.

Digan lo que digan los termómetros, ya está aquí el verano. Lo sé porque lo huelo.

Decía Erasmo de Rotterdam que “la existencia más placentera consiste en no reflexionar nada.” Eso pienso hacer en este absurdo día de reflexión. La mejor reflexión es no reflexionar.

Un filósofo como Calicles advirtió a Sócrates, como si de una profecía se tratara, que “la verdad poco importa. Si te empeñas en sostenerla, perderás la vida.” Nuestro Sócrates prefirió beber la cicuta antes que renunciar a su verdad.
¿Qué es la verdad? Cada uno tiene la suya.

La madre te ha cocinado hoy uno de esos pistos con conejo y pimientos que se te saltaban las lágrimas con solo oler el plato.
Después de la comida un café y copa con el padre y ahora, mientras una de esas tormentas se arrima, te dejas llevar por el silencio y la lectura.


J/9.D

Has madrugado tanto como descansado. Recoges y sales de vuelta dejando atrás kilómetros y unos días fantásticos.
Tomas café, ya en la ciudad, y te vienen a la cabeza los problemas, los follones, los días, los tiempos.
Tenía razón el padre, te decía el viernes, durante la comida, que entiende que quieras huir al pueblo, rodearte de lo simple y sencillo, porque eso es lo que te llena, lo perfecto.

El tiempo. Ese recurso tan escaso que es el tiempo, limitado. No sabemos cuánto tiempo tenemos por delante.
He vivido 56 años, no sé cuánto tiempo más me quedara por vivir. Lo normal es que haya vivido más de lo que me queda por vivir.
Según pasan los años tomas más conciencia de esa limitación del tiempo.
Eso te lleva a priorizar, a seleccionar, a elegir lo que quiero hacer con tu tiempo.
Tomar conciencia del tiempo es dar valor a lo que haces, no perderlo.
Hacemos muchas cosas porque nos toca hacerlas, no porque nos llenan. Las hacemos para quedar bien.
Somos seres temporales. Creemos que siempre vamos a estar bien y aquí.
Organizar el tiempo que tenemos, ese don que se nos da cada día, es valorar lo que hacemos. Lo que verdaderamente tiene valor.
Tener conciencia de lo escaso que es el tiempo.

Dejo sonar ‘La vida cañón’ del grupo madrileño Alcalá Norte. Los he descubierto hoy y me asombra su sonido rock español ochentero. Me gustan. Comenzaron en el año 2019 en Ciudad Lineal. Su primer disco se titula igual, ‘Alcalá Norte’ Les auguro un carrerón. Disfrutar de la música.

Asombrarte es hacer filosofía.

Las expectativas de felicidad no se llenan con el consumo de objetos.

Votas antes de comer. Prácticamente solo. Esperabas mucha más gente. La participación será escasa. No me extraña.

La fe es un don, es un acto de confianza.
¿Estás solo? ¿Hay Dios? ¿Hay vida eterna? ¿La nada es nuestro destino final?
No hay ninguna prueba de ello, por lo tanto estamos en el terreno de la fe, de la confianza.
Esperanza. ¿Qué espero yo? Un reencuentro, tal vez.

Escribe Juan Genet que “Escribir es el último recurso cuando uno ha traicionado.” Solo existe la traición a uno mismo.

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