Diarios, estoicismo

La posibilidad de lo imposible. Semana 29

M/18.L

Algo que me ilusiona de dar comienzo a la semana, el lunes, es que salgo a la calle bastante temprano y me pongo a caminar. Camino cerca de treinta minutos hasta llegar a la estación de tren, así consigo aquietar la mente de tal manera que encuentro esas respuestas que necesito de algún problema o mal pensamiento que me haya estado dando vueltas durante el fin de semana o la noche.
En ese trayecto no hay apenas ruido, las calles están vacías. El silencio es un magnífico ejercicio para equilibrar la mente y ahuyentar malos pensamientos, si además le unimos el caminar conseguimos el círculo perfecto. Si fuera por el campo, en fin, qué decir, éxtasis total.
La paz está en nuestro interior, solo el autoconocimiento es lo que permite esta experiencia.
Las preocupaciones nos ahogan, acaban con nuestra alegría. Cada respiración de vida debería se runa nueva celebración.

Esta noche he tenido dos o tres sueños diferentes. Todos se situaban en el mismo lugar, creo era Valdemoro. En ellos han aparecido personajes de otra época mía, mezclados con otros que forman parte de mi vida en el ahora. Situaciones, reencuentros, que iban generando historias verosímiles. Como si todo se volviese a encontrar.

“Se supone que los desafíos de la vida no están para paralizarte; están para ayudarte a descubrir quién eres”. Bervice Johnson Reagon

Solo hay un secreto en la vida: la ilusión. Ilusionarse con lo que sea; tener algún reto o meta, proyectos y pasiones que nos despierten cada día sonriendo, ya sea en el ámbito profesional o el personal. Así cada uno de nuestros días.

Nuestra existencia es nuestra, no podemos dejarla en manos de otro. Debemos trabajar cada uno, cada día.

Tres de los discípulos del maestro Sócrates, Isócrates, Jenofonte y Platón, transformaron el adjetivo enkratês al sustantivo enkrateia, dándole así un significado diferente: con ellos enkrateia no significaba poder sobre algo o alguien, significaba poder sobre uno mismo, sobre las propias pasiones e instintos, lo que es autodominio.
La Enkrateia implicaría esa capacidad para resistir las tentaciones y actuar de acuerdo con la razón y la virtud, a pesar de esos impulsos emocionales o deseos pasionales que puedan surgir.
No es fácil. Es algo que solo se consigue con constancia.

La ilusión para unos es una nimiedad para otros; al igual que el valor que le damos a las cosas.


M/19.M

Hace algunos años, recuerdo, esta fecha era festivo por un doble motivo: la onomástica de San José y la celebración del Día del Padre. Ahora no solo no es festivo sino que parece que eso de celebrar el Día del Padre, para algunos, está como pasado de moda, es casposo o, los más ‘progres’ puede ser una especie de defensa del ‘hombre’, machismo.
Yo, más allá de gilipolleces, más allá de que sea mi santo, sí celebro el Día del Padre. Lo celebro, entre otros motivos, porque es un privilegio tenerlo todavía con fuerza y vida. Le otorgo el valor –a los dos- de haberme trasladado lo suficiente, educación y principios, para estar aquí y haber llegado hasta aquí.
Solemos adquirir las virtudes de aquellos a quienes admiramos. Somos los jardines y esas personas son nuestra lluvia. No hay que buscar los referentes más lejos. Aprendamos de la experiencia de los sabios si queremos ser sabios. Yo siempre los he tenido cerca, mi padre y mi madre. Hoy lo celebro. Ojalá que algún día mi hijo diga lo mismo de mí.

Es cierto que cuando nos vienen mal dadas, lo primero que cuestionamos es esa confianza, esa fe, poca o mucha, en Cristo. Cierto es que en otros momentos, normalmente cuando tenemos un problema de salud, a un ser querido o a nosotros mismos, nos agarramos a esa fe y pedimos, o suplicamos, como no hemos hecho nunca,  nos ayude.
Ayer me acosté invadido por una tormenta profesional. Hoy he despertado en calma. En el silencio, en mis lecturas, traté de agarrarme a Él. Simplemente confiar. Volví a leer el Salmo 23 que nos recuerda que a pesar de que atravesemos por valles y caminos oscuros y escabrosos, no tenemos que temer. Siempre estaremos acompañados.
No todo lo que pasa en la vida es nuestra culpa. Sí es nuestra responsabilidad lo que decidimos y hacemos. Sí es nuestra responsabilidad nuestras reacciones ante lo que nos pasa.

“Hay quienes en medio de la vida la perciben apresuradamente, y son los improvisadores; pero hay también quienes necesitan distanciarse de ella para verla más y mejor, y son los contempladores. El presente es demasiado brusco, no pocas veces lleno de incongruencia irónica, y conviene distanciarse de él para comprender su sorpresa y su reiteración”. Luis Cernuda

No sé por qué, pero me voy a dormir con una sensación bastante extraña. No sé si es ese sentimiento de ser ya un padre con un hijo mayor o de haber pasado el día solo.


M/20.X

Aquellos que solemos tener la cabeza como un hervidero de ranas saltando, nos hacemos infinidad de preguntas, leyendo o viendo lo que vemos, que en su mayoría tienen difícil respuesta.
¿Sobreviviremos al cambio climático? ¿Qué haremos cuando los robots nos ‘roben’ nuestros trabajos? ¿Vamos hacia una inminente III Guerra Mundial? ¿La economía hacia dónde va? ¿Estaremos bien de salud? ¿Cuando seamos mayores, qué haremos? ¿Y el futuro de mi hijo?
Si nos damos cuenta, son muchas las preguntas que irrumpen en nosotros desde esa incertidumbre del futuro que proyecta su larga sombra sobre el presente. Esa es, precisamente, la raíz de la ansiedad de este siglo.
El filósofo Alan Watts escribió en ‘La sabiduría de la inseguridad’ que el origen de la frustración actual y la ansiedad diaria es nuestra tendencia a vivir para el futuro“Si para disfrutar de un presente agradable, debemos tener la seguridad de un futuro feliz, estamos ‘pidiendo la luna’. Carecemos de esa seguridad. Las mejores predicciones se basan más en una probabilidad que en una certeza, y hasta donde sabemos, cada uno de nosotros vamos a sufrir y morir”.
Insistimos en la seguridad en un mundo para nada previsible y sí incierto, un mundo que está cambiando constantemente generándonos una ansiedad existencial. Buscamos un futuro mejor, un futuro en el que podamos sentirnos más seguros. Ese futuro es un espejismo. No existe. Cuánto más rápido gire el mundo, menos cierto será y más ansiedad nos provocará.

M/21.J

Análisis.
Poco, nada, me gusta eso de ser pinchado para sacarme sangre. No sé muy bien por qué he elegido hoy. Ayer tuve cena y sobremesa. No quiero ni pensar la alteración de valores.

Es primavera.

Si nunca ves tus errores, si eres de esos que piensa que nunca se equivoca, nunca mejorarás en tu vida.

La incertidumbre rige nuestras vidas y tal vez el azar guie nuestros destinos. Por eso, me siento cada vez más distante de quienes se creen en posesión de la verdad y dan lecciones a los demás de cómo hay que comportarse.
No es tan importante el lugar en dónde nos encontramos sino el camino que hemos recorrido para llegar aquí. Lo malo y lo bueno, las alegrías y las tristezas, los éxitos y los fracasos, forman parte de un trayecto que nunca elegimos, que nos ha venido por el destino. Lo que realmente ha merecido la pena ha sido vivir esos momentos. Y los que queden.


M/22.V

Es un viernes como raro. Ayer degustamos uno de esos cocidos que preparan en La cañería y la noche no ha sido muy descansada. Me ha costado dormir, mala digestión.
Esta tarde viajaremos a Minaya. Quisiera no despistarme mucho entre las Mahou, hacer limpieza general de la casa, leer, descansar y no dar mucha guerra.
Me cuesta escribir estos días, debe ser la primavera.

La culpa siempre tratará o pesará sobre lo que hemos hecho, en cambio la vergüenza trata de lo que somos.

Minaya. Puesta de sol de las que echaba de menos.
La casa está realmente sucia y el patio, en un mes que hace que no vengo, se ha llenado de hierbas con lo que mañana me va a tocar darme una buena paliza de limpieza. Creo que nunca había estado la casa tan dejada. No es algo digno de mí. No está bien, me castigo. Para todo debería haber tiempo.

Leo algo que me llama la atención sobre la película ‘La Pasión de Cristo’ dirigida por Mel Gibson.
Resulta que, parece ser, Mel Gibson advirtió a Jim Caviezel (protagonista) que el personaje sería muy difícil y que de aceptar, podría ser marginado en Hollywood. Caviezel pidió un día para pensarlo y su respuesta fue: “Creo que tenemos que hacerlo, aunque sea difícil. Y algo más, mis iniciales son J. C. y tengo 33 años. No me había dado cuenta hasta ahora”.
Mel le respondió con un sincero: “Me estás asustando”.
Durante el rodaje, Jim Caviezel (interpretando a Jesús) perdió 45 libras, fue alcanzado por un rayo, accidentalmente azotado con un látigo dos veces, dejando una cicatriz de 14 pulgadas, se dislocó el hombro y sufrió de neumonía e hipotermia por estar colgando casi desnudo en una cruz durante varias horas a la intemperie.
Su cuerpo estaba tan estresado y agotado por interpretar el papel que tuvo que someterse a 2 cirugías a corazón abierto después de la producción. La escena de la crucifixión por sí sola tomó 5 semanas de los 2 meses de filmación.
“No quiero que la gente me vea a mí. Solo quiero que vean a Jesús. A través de eso las conversiones ocurrirán”. Casi como un anuncio,  pasaron muchas cosas extrañas, Pedro Sarubbi que interpretaba a Barrabás, al representar esa parte sintió que no fue Caviezel el que lo miró sino el propio Jesucristo. “Sus ojos no tenían odio ni resentimiento conmigo, solo misericordia y amor”.
Luca Lionello, el artista que interpretó a Judas, era un declarado ateo antes de comenzar el rodaje. Al terminar se convirtió, confesó y bautizó a sus hijos. Uno de los jefes técnicos que era musulmán también se convirtió al cristianismo.
Algunos productores aseguraban haber visto a unas personas vestidas de blanco dando consejos, que al terminar las grabaciones no volvieron a aparecer.
‘La Pasión de Cristo’ es la película con clasificación R más taquillera en los Estados Unidos de todos los tiempos, con $370.8 millones. En todo el mundo recaudó $611 millones. Más importante aún, llegó a muchas almas de todo el mundo. Mel Gibson pagó $30 millones de su propio bolsillo por la producción porque ningún estudio se haría cargo del proyecto.
Jim Caviezel proclama con orgullo su fe en Cristo en medio de la impiedad de Hollywood.
Realmente me parece digno de pensar.


M/23.S

Hoy he despertado en esta casa, temprano. Esa costumbre mía de dejarme despertar, aquí, con la luz del día y el trino de los pájaros. Lo echaba tanto de menos que me ha sorprendido. Solo aquí dejo las persianas subidas para dormir.
Está nublado, pero el campo está precioso. Han crecido esas hierbas verdes, con las florecillas amarillas, Jaramago común, creo se llaman. Lo inundan todo de un colorido precioso, primaveral.
Saldré a caminar. Luego me pondré a limpiar el patio a ver si lo consigo o, al menos, dejarlo lo más presentable.

Inmensa caminata por mis campos. El cielo nublado, algo de fresco aunque parece que la temperatura va cogiendo grados de primavera.
Caminar por estos campos es sumergirse en uno de esos mundos donde se equilibran la serenidad y la vastedad. A cada paso, el suelo árido, pedregoso, se extienden hasta donde alcanza la vista, allá en el silo de la estación, mientras mi cielo hoy gris se funde con todo un horizonte colorido.
El aire fresco, el murmullo del viento, el cantar de las aves, van creando una sinfonía natural que invita a la reflexión y la contemplación.
Creo. Aquí sí creo.
Entre siembras de trigo, almendros, viñedos viejos y ahora pistachos, se descubre la belleza austera de estas tierras que me dieron la vida, que me la dan y que poseerán mis cenizas.
Caminar por estos campos es conectar con la esencia misma de la naturaleza y encontrar la paz en medio de una inmensidad que vive ajena al ruido y al asfalto.

Hubiera querido que muchas cosas fueran diferentes. No se puede elegir todo en esta vida, tampoco podemos cambiar decisiones ni actos. La única elección es la que podemos tomar hoy, la de seguir adelante, ser mejor cada día, confiar en uno mismo, no rendirnos ante nada y tener fe.


M/24.D

Decido no marchar y aprovechar un poco más este lugar mío.
Ayer el día prometía y prometió. Más allá de la paliza de quitar la hierba del patio (agujetas), luego lo pasamos entre amigos, cultivando lo más importante de la vida que es, además de la familia, esas amistades que de una u otra manera enriquecen a la vez que nos van haciendo viejos.
Faltó alguno, pero coincidimos el grupo, la pandilla. Un buen fuego, unos buenos guisos y el sentir de una vida que aquí siempre parece más lenta.
Hoy el día está bastante gris, los cielos no dejan ver el sol y el viento predice que el clima de primavera va y viene.

Temer es la máxima provocación de que algo suceda.
El tiempo, la edad, nos hace temer más.
No soy capaz de vivir sin miedo. No creo que nadie viva sin él.
Miro por esta ventana, de casa, pienso en los míos y aquí, frente a este cuaderno que trato de humanizar con la tinta y las palabras que vomitan mis pensamientos, me dejo llevar por el gris del cielo y el silencio.
Hoy estamos. Estamos todos. Los tengo. ¿Y mañana?
Ayer me comentaban de una antigua amiga de los veranos en Minaya, de mi edad. De esas de las que los amigos nos enamorábamos de adolescentes, que luego conseguíamos robar algún beso y hacernos soñar en las sombras del parque del Paseo. La vi años después, casada con hijos. Era la mayor de cuatro. También fui amigo de todos ellos. Todos, unos y otros, éramos amigos del pueblo.
La encontraron muerta en su casa hace unos días parece a causa de un infarto.
No somos más que eso: nacimiento y muerte. Entremedias tenemos esa mínima oportunidad de vivir.

Ser mayor es enfrentarte a todos esos lobos que se te aparecen a la vez.

Paso la tarde en casa. Tomé las cervezas tradicionales con los amigos, comimos donde el Toso y lo más adecuado y sensato es dedicar la tarde a lo esencial, el recogimiento, la lectura y la contemplación.

“Tu palabra es una lámpara a mis pies, es una luz en mi sendero”. Salmo 119

Pregúntate. Muchas veces no encontrarás respuesta, pero sigue preguntándote. Somos seres espirituales. Todo lo material, eso que tenemos o creemos tener, no responde a las inquietudes de nuestra alma.
Intentar comprender el sentido de nuestra existencia.
Todos esos miedos, inseguridades que van depositándose en nuestra alma.

Tengo tanto silencio en este momento, ni un ruido fuera, ni un ruido dentro, que me despierta la humildad del sentido incierto.

Escribir día a día. A veces más otras menos. Unos días todo lo que quería decir, otros doy vueltas y termino por no escribir lo que debería, por si me duele.
Pero en este cuaderno escondo pocos secretos, en el Diario de un Estoico solo dejo ver lo que creo debo.
Miedos, preguntas que no encuentran respuesta, mentiras que quiero convertir en verdad, verdades que no me escondo.
Los domingos por la tarde me encantan, aunque a veces me sienta vacío.

Dejo que suene otra vez la canción que define este fin de semana de amigos, fraternal: ‘Ké Más Nos Da’. Que abre el último disco de Estopa, ‘Estopía’.

Me encanta cuando paso momentos con algunas personas que tratan de justificar sus ideas, en este caso políticas, con comportamientos que solo son capaces de mantener hasta el primer vino. A partir de ahí rompen con todo y pierden postura, compostura y, por supuesto, ideas y creencias.

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