Todos tenemos la sensación de que las paredes de nuestros espacios, esos en los que habitamos, estas casas, se han estrechado. Y eso lo decimos aquellos que estamos en viviendas que, al menos, superan, por poco, los 50 metros cuadrados; imagino en estos momentos esos muchos que viven en espacios más reducidos.
Me hace mucha gracia, aunque todo es de agradecer, cuando salen esos futbolistas, cantantes y famosos, recomendando el confinamiento desde habitaciones que doblan el espacio en el que viven la mayoría de los mortales; que tienen sus gimnasios, sus jardines, sus piscinas y que, posiblemente, su única estrechez en este momento sea cruzarse, de vez en cuando, en lo ancho y largo de esos pasillos, con sus parejas o hijos.
Todos sabemos y conocemos de esas personas de a pie, de esas familias con hijos, habituales, del día a día, de la vida, que llevan cerca de 40 días en menos de 30 metros cuadrados. Ellos sí están demostrando fuerza, valor, positividad (no sin caídas) y responsabilidad ante una situación como la que vivimos todos.
Porque, queridos, no para todos es lo mismo, ni mucho menos puede estar en la misma balanza, el que uno u otros perdamos ese ánimo o se nos vaya agotando la confianza.
Quería aprovechar para comentar, que cuando comenzó todo esto, hace hoy 36 días, me propuse escribir unas líneas cada noche. Unas líneas sobre lo que me venía a la cabeza, lo que pensaba o lo que se me ocurría a lo largo del día.
Así lo estoy haciendo. Tomo mis notas de lo que se me ocurre y, a estas horas, terminando la jornada, vomito todo para recogerlo en este cuaderno de #confinamiento. Y quería disculparme. Primero por los rollos, casi siempre inconexos y estúpidos que escribo. Sé que hay personas que los leen y, por ello, también sé que los hay que piensan que estoy peor de la cabeza de lo que creían. También lo pienso yo, no se preocupen, no me molesta. Pero en este caso mis disculpas no son por eso, lo son porque sé que cuando dejo esto publicado, sin repasar ni corregir, aparecen mil patadas a la gramática o diccionario. No me paro a corregir, no me apetece, y si algún día lo hago, será cuando me ponga a dar forma a algo que lo merezca, para incluir en una u otra publicación.
Esto es una especie de cuaderno de vómitos y desahogos. Yo mismo recomiendo escribir cada día, yo lo hago. Es la mejor terapia, como ya he dejado escrito por aquí (lee 👉 ‘Día 27: Escribir un Diario’). Yo mismo, también, recomiendo que nadie se pare a corregir, que escriba lo que quiera, lo que le venga en gana, de la mejor manera que quiera o pueda.
Hoy salí de casa a comprar la prensa e hice un recorrido un poco más largo de lo habitual. No mas de 500 metros más, pero sí suficientes para contemplar y sentir la primavera. Caminé cerca de esa especie de vaguada que hay aquí al lado, me paré a respirar, en esas horas en las que el sol cogía una tímida fuerza, a lo lejos, y agarré como pude uno de esos dientes de león que crecen en libertad, como todas las plantas, flores y hierbas, este año. Lo que antes era algo que prácticamente se ignoraba, ahora es una oportunidad grandiosa de sentir la vida y Ser. Y todo se convierte en poesía.
➡️ Qué importante puede llegar a ser todo, si uno se detiene a mirar, a contemplar, a ver.
➡️ Esto es un encierro purificador. Toca regenerarse. No sé si surtirá efecto o, por el contrario, nos hará más cobardes.
¿Cómo seremos después? ¿Quién me responde a esta pregunta? ¿Tú que crees?
¿Abandonaremos el consumismo?
¿Bajaremos el ritmo, pararemos, abandonaremos la vida acelerada?
¿Seremos capaces de reinventarnos?
¿Renunciaremos a los caprichos del Yo y pensaremos más en los deberes del Nosotros?
¿Nos reconciliaremos con la esencia de la naturaleza, del campo?
¿Volveremos a lo rural, lo simple, lo sencillo?
¿Dejaremos de quejarnos tanto y seremos más responsables de nosotros?
¿Disfrutaremos más del instante presente?
¿Cambiaremos esos hábitos que hemos arrastrado?
¿Pensaremos más en los demás y no seremos tan egoístas?
¿Valoraremos lo importante y no criticaremos tanto?
¿Dejaremos de enjuiciar a los demás?
¿Apartaremos las envidias, las competencias insanas, el querer ser más que el de enfrente?
¿Dedicaremos más tiempo a trabajar nuestro interior?
¿Comenzaremos a ser lo mejor de nosotros mismos?
¿Seremos más pobres, tal vez, pero ricos de espíritu?
O ¿seremos los de antes?
No lo sé, la respuesta la tenemos cada uno de nosotros.
Feliz noche amigos.
contigo@jlmorenocoach.com
Y te dejo con uno de esos temas, de uno de mis grupos, que me encantan…