#1DíaMenosCoronavirus
Ayer decidí no escuchar, ver o leer, noticias más que a primera hora de la mañana. Por salud mental y porque si todo va mejor, que pronto llegará a ser, será una de esas noticias como cuando antiguamente terminaba una guerra. Porque esto no deja de ser una guerra entre el ser humano y la naturaleza. Una batalla que, sin duda alguna, ganaremos pero con muchos daños colaterales.
Creo que cada día estamos aprendiendo algo, algo que debíamos saber pero no quisimos parar y entender: no hace falta correr tanto.
Un Día del Padre extraño. He podido abrazar a mi hijo, que no deja de ser lo más importante, ese orgullo que consigue hacerme sentir el éxito: él es mi único éxito en la vida. No he podido abrazar a mi padre, ni sé cuando podré hacerlo, a ninguno de los dos. Ahora comprendo ese sensación, ese sentimiento de esas personas que, por circunstancias, viven alejados de los suyos sin saber cuándo podrán abrazarlos otra vez. Por eso, cuando podemos, cuando nada lo impide, no deberíamos desperdiciar ni un abrazo ni una oportunidad de estar.
En estos días de confinamiento, ya sea alto (total) o medio (parcial), creo que lo que nos sobra a todos, o digamos, no nos falta, es tiempo.
El tiempo podemos utilizarlo para tirarnos en el sillón, quejarnos a todas horas de la situación, criticar a unos y a otros, discutir con los que tengamos más cerca (o mas lejos) o a prepararnos para ese futuro incierto que, sin duda, llegará. Ojalá y llegue lo antes posible pero, por lo que vemos, leemos, no va a ser así.
Y digo incierto porque, sin pretender ser agorero, la segunda parte del virus va a ser durísima para todos en lo económico.
Y digo yo, si sabemos que va a ser así ¿por qué no aprovechamos este tiempo que el día nos ofrece?
Comienzo a escuchar en unos y otros esa palabra que me provoca urticaria: aburrimiento.
Y no hablo de pequeños, hablo de grandes, de mayores.
«Estoy que me subo por las paredes, no puedo más, me aburro.»
Vamos a tener un día después.
A no ser que lo tengamos todo muy seguro o muy bien organizado, aun así, la crisis que viene va a ser tan ‘brutal’ que volverá, y digo volverá, a ponernos en su sitio.
Prioriza. La vida es cuestión de prioridades y al igual que muchas personas se están dejando la vida, tiempo, esfuerzo y sacrificio, por mantener unos servicios públicos adecuados para atendernos, deberíamos aprovechar el tiempo, o parte de ese tiempo, para producir, crear, preparar para que ese camino próximo no se haga tan duro.
El tiempo es una prioridad.
Estudiemos. Proyectemos. Planifiquemos. Creemos. Motivemos.
Ordénate para hacer. No esperes a que las cosas pasen. Prepárate.
Creemos que hay mucho tiempo, pero no lo hay.
No es estar ocupado. Estar ocupado puede ser estar todo el día viendo series en la tele. Hay que ocupar el tiempo necesario en hacer las cosas importantes.
Imponte un horario.
Deja de hacer lo innecesario. Planifica el día después. Escríbelo en un cuaderno.
A todos los que me leen, o quieren escucharme, les he aconsejado llevar un cuaderno, un diario de esta experiencia que todos estamos viviendo. Anotar, vomitar nuestro día a día, nuestras sensaciones, nuestras ideas, reflexiones; nuestros proyectos, nuestros miedos, nuestras emociones. Dejar por escrito todo aquello que quisiéramos mejorar para cuando, como será, salgamos de esta.
Anota tus prioridades cada día.
Planifica tu futuro. Ordénalo.
No vuelvas a caer en los mismos errores.
Concéntrate en ser mejor de lo que eras.
Aprende a ser más productivo. Decide serlo desde hoy.
Cuida tu tiempo. Siéntate cada día un rato, ponte hora de inicio y de fin y planifica. Haz.
Respeta tu espacio y tu concentración. Que los demás respeten tu espacio y también tu concentración.
Tu éxito de mañana dependerá de tu productividad de hoy.