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El camino…

Es cierto que se puede cambiar de lugar, una y mil veces, de espacio, pero si no cambias tu visión de las cosas, tu percepción de lo que te rodea, del mundo que habitas, todo será lo mismo.
Viene a cuento esta reflexión del lugar desde donde escribo, diferente al de los últimos días, pero siempre ajeno a la percepción que cada uno tiene de lo que le rodea.

La espiritualidad no tiene que ver con ese lugar donde la practicamos, sino desde dónde la practiquemos. 

Leía estos días, en los textos de Un Curso de Milagros, la siguiente afirmación: “Se deja afuera mucho más de lo que se admite adentro.” Y qué verdad. Vemos nuestro mundo, ese de fuera, y le damos un valor más del que realmente tiene porque el verdadero valor, el verdadero poder, está dentro de nosotros.

El lugar donde estamos siempre es el correcto si lo vemos desde las perspectiva del aquí y el ahora, el presente. No hay antes ni después; hay Ahora.
A veces queremos controlar absolutamente todo, hasta la dirección que marca el viento. Es imposible. Solo desde la serenidad el mundo que nos rodea podrá renovarse; veremos porque realmente queremos ver y la verdad comenzará a aparecer.
Aceptar todo lo que sucede en el presente, no enjuiciar, no pensar en lo que nos gustaría que ocurriera sino dejar que las cosas ocurran como tienen que ocurrir.
Creo que la felicidad es diferente para cada uno de nosotros, pero ninguno podrá ser realmente feliz si está en guerra consigo mismo. Trabajar por conseguir tu paz interior debe ser tu mayor desafío.

El camino es primero hacia dentro, luego hacia fuera.

Me gusta caminar. Aconsejo caminar y si es posible por el campo, por esos caminos infinitos que nos ofrece la naturaleza.
Uno va por los caminos casi buscando respuestas, bajo esas piedras que rellenan las lindes. Leía estos que Rousseau caminaba para pensar; Nietzsche lo hacía por las montañas y para poder escribir; Heidegger paseaba por la Selva Negra para experimentar el ‘ser’ de una forma más auténtica que lo que permitía la vida en sociedad; yo recorro estos caminos, caminando, tratando de encontrar la esencia de ese Ser que a veces he creído perder.
Es en estos caminos donde uno reflexiona sobre cosas que en muy pocas ocasiones lo hace. Y lo hacía estos días sobre algo esencial y que alguna de esas personas que te importan, de vez en cuando te recuerda: el tener no te hace feliz. Es más, el tener te puede provocar infelicidad, además de tensiones y problemas de todo tipo.
Y el culpable siempre tiene el mismo nombre: ego.
El ego se apodera de nosotros y nos produce miedo.
El ego nos confunde de lo que somos a lo que realmente quisiéramos ser. Nos hace buscar el tener, el ser y el reconocimiento externo. Nos envuelve en una nube irreal y llena de falsedades. 
En estos días trato de tomar conciencia sobre mí. Todos somos dignos, independientemente de lo que tengamos. Por aquí, por allá, ves caminando a cientos de personas dignísimas y ricas, aunque posiblemente no posean mucho más de lo que llevan puesto.
Cuando no hay nada que perder tampoco hay nada que temer
Nuestro valor es nuestro y nuestra felicidad no está ni en lo que tengamos ni en lo que los demás nos valoren.
Hemos perdido, he perdido, lo más importante, la esencia del ser: la consciencia.
Uno trata, día a día, de ser mejor. Y ser mejor es poner el foco en lo importante; no ponerlo en aquello que no lo es.
Siempre nos arrepentimos de aquello que pudimos haber hecho y no hicimos. Siempre nos quejamos, o culpamos al resto, de aquello que creemos nuestras situaciones adversas.
Somos responsables de lo que somos al igual que lo somos de lo que hacemos.
¿Estamos vivos? Siempre tendremos, pues, esa oportunidad para hacer lo nuevo o hacer lo que debíamos haber hecho.
En una situación de crisis si no llegamos a controlar nuestras emociones sin duda terminarán por cegarnos. Así el dolor parece que no termina nunca.
Lo importante no es lo que nos está ocurriendo sino lo que podemos hacer con aquello que nos ocurre. 
Hay momentos en los que todo parece diferente simplemente porque lo percibimos de manera diferente.
Todo lo que buscamos lo encontramos, lo bueno y lo malo, lo triste o alegre. En estos días de reflexión, por estos caminos, los pensamientos me llevan más lejos de lo que creo. 
Pensaba que tenía más tiempo, pero el tiempo es el que es: uno en Todo, nada.

A la nada vamos, de la nada somos, de todo resurgimos: si queremos.

6 comentarios en “El camino…”

  1. Leí en un libro una cita que me gustó mucho. «No nos afecta las cosas que nos suceden, si no lo que pensamos sobre las cosas que nos suceden». El Ego es el que maneja nuestro camino interior y pudiendo tener un control sobre nuestros pensamientos, tenemos un control sobre el Ego. Muy bueno José Luis!

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