Cada vez caminamos más deprisa. Andamos ya adentrados en la primavera, hacia el verano, sin ni siquiera habernos enterado del invierno.
Te das cuenta que los días y las horas son los que son y no dan más de sí.
Es curioso como en los últimos tiempos a todos, en el ámbito político y público, incluso en el privado, se nos llena la boca de hablar de Ejemplaridad, Integridad y Transparencia. Parece que se trata de poner de moda algo que, desde mi punto de vista, debería ser innato.
Se está generando una especie de carrera a ver que organización política, o administración pública, aprueba el primero sus Códigos de Conducta. Casi todos los días leemos en la prensa iniciativas de este tipo. El último, por cierto, fue aprobado hace un mes por el Partido Popular de Madrid con el título de Código Ético del Partido Popular de Madrid.
La verdadera prueba de la excelencia personal radica en la atención que prestamos a los pequeños detalles de la conducta, la cual con tanta frecuencia descuidamos” (Epícteto)
Sobre todo en los últimos años, las administraciones y, más en concreto, las organizaciones políticas, tratan de demostrar que toman medidas al respecto de la prevención de malos comportamientos éticos. No tengo muy claro si esto de llenar la sociedad de códigos que, en la mayoría de los casos, obedecen a cosmética, nos lleva a algún sitio o si, verdaderamente, tiene un carácter preventivo de posibles malas conductas o acciones. Desde mi punto de vista la ética es lo único que no es cosmética.
Alguien que por su acción u omisión genere dudas, no puede estar representando ni a un partido político, en cualquier puesto, ni mucho menos a un gobierno y, claro que sí, tampoco a una empresa u organización empresarial.
Resulta curioso ver, en la presentación de estos nuevos Códigos de Conducta Ética, que normalmente suelen sustituir a otros Códigos de Conducta Ética aprobados anteriormente por los mismos que aprueban el nuevo, a personas que, en un momento dado, por su histórica dedicación o responsabilidad, su simple ejemplaridad debería ser suficiente para generar confianza. Que sean los mismos los que aprueban nuevos códigos cada año, me hace poner en duda la capacidad, tenacidad, o efectividad del papel escrito.
El problema de la ética pública es salvaguardar la ética institucional. Las personas están de paso tanto en los partidos políticos, en las organizaciones del tipo que sea, como en las instituciones.
Desde mi punto de vista, antes de ser, antes de estar, uno debe de haber interiorizado en sí mismo el código de conducta ética, como acto preventivo. Los Códigos Éticos no sirven de nada si lo único que se pretende es aprobarlos con el único objetivo de publicarlos o generar imagen.
“Es preciso estar recto, no que te pongan recto” (Marco Aurelio, Meditaciones, Alianza Editorial, p.42)
No hace falta llenar los archivos de códigos de conducta, todo esta en los libros, todo nos lo dejaron escrito los sabios. Todo está en cada uno. Ético no hay que parecer, hay que ser.